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El Teatro Argentino busca recuperar su esplendor y volver a funcionar tras años de abandono

El Teatro Argentino depende del área de Cultura de la provincia y las autoridades bonaerenses aseguraron que tienen “voluntad y decisión política” para recuperar el teatro, tras realizar el mes pasado un recorrido por el edificio y dar un diagnóstico sobre las tareas más urgentes para su puesta en valor.

El Teatro Argentino de la ciudad de La Plata, único de producción propia en la provincia y emblema del arte lírico que se incendió en la década del 70 y logró reconstruirse, atraviesa hoy el segundo desafío más grande de su historia que es el de volver a funcionar tras años de abandono y desidia que lo dejaron en una grave situación.

El Teatro Argentino depende del área de Cultura de la provincia y las autoridades bonaerenses aseguraron que tienen “voluntad y decisión política” para recuperar el teatro, tras realizar el mes pasado un recorrido por el edificio y dar un diagnóstico sobre las tareas más urgentes para su puesta en valor.

El diagnóstico, de hecho, fue duro: “Estamos en un momento del teatro que yo nunca lo viví en los 20 años que trabajo aquí, no tenemos sede desde 2016”, dijo a Télam el violinista Hernán Cupeta, testigo de los reclamos que se dan en el teatro.

Con el objetivo de reanudar las obras ejecutadas, las autoridades bonaerenses evalúan un “plan urgente” que priorice las tareas relacionadas a los equipos de aire acondicionado y las instalaciones eléctricas, obras complejas al tratarse del edificio más grande de la provincia.

Sus salas líricas y luces, los cuatro subsuelos de talleres propios, su imponente fachada sobre las transitadas avenidas de la capital bonaerense, acompañan lo que más destaca al Teatro Argentino: un colectivo de artistas y profesionales que integran los cuerpos estables y que, durante los últimos años, defendieron la vida del teatro y resistieron el abandono de las autoridades.

Sin condiciones dignas de seguridad laboral, el teatro dejó de funcionar en 2017 ante la falta de calefacción, una red de incendios obsoleta, matafuegos vencidos, baños inundados o clausurados y filtraciones de agua en todos los pisos.

Además, los trabajadores denunciaron en todo ese tiempo, la carencia de personal artístico, falta de recategorizaciones y de una programación acorde a un teatro lírico de producción propia.

“Entre 2016 y 2019 se rompió la circulación de aire y la calefacción, tuvimos que tocar en lugares que no eran los adecuados sonoramente y repercutió en la falta de programación de todos los cuerpos”, explicó Cupeta quien recordó que ensayaron hasta en la “plaza seca” del teatro mientras estuvo desocupada, porque luego fue usada para el escrutinio electoral.

En un breve repaso de los últimos años, remarcó que los cuerpos estables hicieron “un gran esfuerzo por llevar adelante el teatro”. “Si no fuera por eso, el teatro se cerraba, no había ningún interés en siguiera funcionando”, lamentó.

Para Hugo Ponce, integrante del coro estable, la situación remonta años atrás, con una baja en el número de obras, ballet y conciertos pero considera que en el último tiempo “fue una concatenación gradual en la cual la importancia del primer teatro lírico de la provincia no fue puesta donde correspondía”.

“Los 4 años de (Mauricio) Macri y (María Eugenia) Vidal fueron terribles y se potenció la crisis que veníamos arrastrando”, aseguró.

Para el artista, se generó “un circulo vicioso” en donde la falta de resolución en temas edilicios “como caños a la vista o baños con efluentes en el piso”, complicó los ensayos, situación que se sumó a la falta de programación. “Los artistas ensayábamos muy poco o nada por no tener el edificio en condiciones, pero al mismo tiempo no se cumplía con el presupuesto necesario para tener la programación”, resumió.

Quienes integran el cuerpo estable del teatro entraron por concurso e incluso han sido premiados a nivel nacional e internacional. Pero en este tiempo estuvieron sin actividad y pese a que sacaron afuera los reclamos y hasta realizaron intervenciones artísticas en la explanada del teatro con ópera y ballet de altísimo nivel, esa inactividad fue determinante.

“La vida de un bailarín es corta, dura como mucho 20 años, perderte cinco es muy duro”, dijo a Télam Florencia Simó Carbini, bailarina de 31 años que entró por concurso al cuerpo de baile en 2015. “Estuve 3 años contratada, a los 5 entré estable y desde ahí vino la decadencia total. El año pasado directamente no hubo función en todo el año”, dijo la artista mendocina que también bailó en el Teatro Colón.

Carbini detalló que lo difícil era salir a buscar “herramientas en otro lado” y “mantenerse entrenada de la manera que sea”. “El entrenamiento de una o un bailarín dentro de una compañía no se reemplaza, no tiene comparación, si no tenés el trabajo de la compañía no podes estar en estado”, comentó.

Recuerda que los problemas de infraestructura y seguridad dentro del teatro la llevaron a dudar de seguir.

“Era desmotivante, busqué fortaleza interna, pensaba ‘estoy dentro de una compañía oficial y profesional pero no trabaja por cuestiones que exceden a todos los que la integramos”, manifestó.

Para Carlos Poblete, quien integra los talleres de Efectos Especiales y Herrería Teatral, lo peor fue la incertidumbre. “Nos organizamos los distintos sectores artísticos y técnicos para mostrar lo que pasaba, hicimos funciones de protesta, pero tuvimos mucha incertidumbre por la inactividad”, explicó.

Poblete entró en el área de mantenimiento eléctrico hace 20 años y actualmente es responsable de las plataformas móviles sobre las que se monta la escenografía. Subrayó que, al caerse la programación, todos los talleres quedaron inactivos.

Entre las situaciones más graves, los trabajadores mencionan lo ocurrido con la Sala Ginastera, la principal sala lírica.

“Esa sala no se usó por tres años. Hicieron un gasto de casi 40 millones de pesos en unas butacas que son más malas que las que había. Tenían que modificar algunas sillas pero no nos consultaron y cambiaron todo. Hicieron una obra mal hecha, millones de pesos en obras que no sirvieron para nada, quedaron a la mitad. Lo que hicieron, no lo terminaron”, mencionó Poblete.

Actualmente, y sobre todo durante la pandemia de Covid, los trabajadores artísticos y técnicos desarrollaron, por iniciativa de la dirección del teatro, un canal de difusión por redes sociales en las que cada uno desde su casa, graba y difunde arte mediante videos.

Esperan que las nuevas autoridades, que ya visitaron las instalaciones puedan cumplir con el compromiso de poner en valor el teatro, una vez que culmine la emergencia sanitaria por coronavirus.

“El principal objetivo es poner al teatro en funcionamiento, estamos esperanzados”, coincidieron renaciendo, una vez más, las y los trabajadores del teatro lírico. (Télam


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