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Sanz: entre el individualismo de Carrió y los aplausos a Picheto

El exsenador Ernesto Sanz prefirió dar un paso al costado cuando el flamante presidente electo quiso que fuera su ministro de Justicia. Hoy, el extitular de la UCR, artífice clave del acuerdo de Cambiemos, es una suerte de ministro sin cartera que a veces es convocado de urgencia por el presidente, como sucedió la semana pasada, para estar presente en un encuentro entre él y Elisa Carrió.

Fue porque “me lo pidió Macri”, explicó Ernesto Sanz, quien contó que en ese encuentro se habló del rumbo del Gobierno, de objetivos centrales, “de no perder de vista muchas cosas que formaron parte de la construcción de Cambiemos, de comportamientos de la sociedad, de factores de presión…”.

Con respecto a las críticas de la diputada al papel de Daniel Angelici, Sanz contó que ella parte “de la visión de los años del kirchnerismo, cuando hubo operadores judiciales. Un operador judicial de un gobierno es alguien que trafica impunidad, sentencias absolutorias, archivo de causas por prebendas”. Contó que Macri “fue muy concreto y muy contundente, y yo le dije lo mismo que le dijo Macri: este gobierno no necesita operadores porque no necesita comprar impunidad”.

Admitió que las formas de criticar de Elisa Carrió “no lo ayudan” al Gobierno, cosa que le dijeron “con mucho respeto”.

“Ayudaría si antes de plantearlo públicamente lo hiciera en privado, porque éstas son también reglas de funcionamiento de un equipo -admitió-. Carrió es una mujer de un enorme temperamento y una enorme capacidad de expresión que prefiere muchas veces utilizarlos desde la individualidad y no en el marco de un equipo. Le cuesta mucho trabajar en equipo, y ésta es la hora de trabajar en equipo”.

En una extensa entrevista con el diario Perfil, Sanz se refirió a la designación por DNU de dos miembros para la Corte Suprema, y al respecto se manifestó “envenenado de tanta hipocresía que hay en la Argentina”. En esa hipocresía involucró a las elites dirigenciales, de la política, la empresarial. “Las elites en cualquier país son el motor de las transformaciones o de las decadencias. En la Argentina han sido en estos últimos tiempos más motor de decadencia que de transformaciones, y en eso tiene mucho que ver el combustible de la hipocresía, el doble estándar, pensar hacia dentro una cosa y decir una diferente, declamar cosas que no se sienten”, dijo.

Recordó que Mauricio Macri no tuvo transición y asumió “con una profunda debilidad intrínseca, que es tener un tercio del Congreso, solamente cinco gobernadores sobre 24, y con todas las demás debilidades, fruto de la herencia que dejaba el kirchnerismo”. Así las cosas, consideró que la reacción que estimó desmedida de esa dirigencia respecto de aquellos DNU fue “una sobreactuación hipócrita. Sentí visceralmente, y lo volvería a hacer millones de veces, la necesidad de decir: ‘Paren la mano; una cosa es un error, y otra cosa es tener un presidente que necesita, de alguna manera, marcar la cancha’”.

“El presidente había decidido no convocar a sesiones extraordinarias, fui uno de los que se lo aconsejaron, no porque descrea del Congreso sino porque con la vorágine política que había, y sin mayoría, no podía someterse a un revés a una semana de haber asumido”, explicó. Admitió que el presidente cometió “el error formal, pero rescaté la figura y la atribución de un presidente, que, además, necesitaba otros DNU para gobernar”.

E insistió: “Salí al cruce porque había que fijar posición sobre la utilización de la herramienta de los DNU. El presidente necesitaba gobernar con DNU en los dos meses de interregno legislativo. Lo defendí porque la herramienta del DNU, como lo dice la Constitución, se puede utilizar por razones de urgencia y de necesidad”.

Con relación a la renuncia de Norberto Oyarbide, Sanz estimó que el presidente debería aceptársela. “Esa vindicta de ir a un juicio en el que la única consecuencia es si va a tener jubilación o no… Si no se lo pudo juzgar en su momento, lo que más me importa de Oyarbide es que su ida de la Justicia es el símbolo de que hay un nuevo tiempo en la Argentina. Desde el momento en que se le acepte la renuncia es parte del pasado”, aclaró. Asimismo se preguntó si alguien puede garantizar que están los votos que se necesitan para condenarlo. “Me parece que hoy el Presidente tiene todo el derecho de decir: ‘Está bien, Oyarbide es parte del pasado, le acepto la renuncia’. Y chau, listo”.

Destacó también al titular del bloque FpV del Senado, Miguel Pichetto, por su papel en la aprobación del acuerdo con los holdouts: “Sometido a enormes presiones de su propio partido, a esta fenomenal hipocresía de que para ser un buen opositor hay que oponerse a todo, rompió esas cuestiones y fue capaz de construir esa mayoría. Lo hizo pensando también en su propio futuro, y me parece bien, porque eso es inteligencia política”.


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