Por Julio Villalonga (@villalongaj) *
Máximo Kirchner, el hijo de dos presidentes, Néstor y Cristina, tiene decidido que será candidato en las cruciales elecciones del 25 de octubre próximo. Muy probablemente lo sea en su provincia natal, Santa Cruz.
La decisión, simultáneamente, puede estar cerrándole la puerta a una similar de su madre, la que venía siendo analizada en el cerrado círculo íntimo de la Presidenta. Y sin duda dará el tono de la próxima campaña, en la que el kirchnerismo aspira a polarizar con “la derecha”, los “melancólicos de los noventa”, esos que identifican con la reciente alianza entre el PRO de Mauricio Macri, la CC de Elisa Carrió y la UCR de Ernesto Sanz.
La estrategia del oficialismo se centrará en endurecer el músculo del modelo, para lo cual los candidatos deberán ser, necesariamente, aquellos que por su gestión puedan ser inequívocamente identificados con las banderas del “modelo”.
Mariano Recalde, el presidente de Aerolíneas Argentinas, ya camina la Ciudad de Buenos Aires con esos estandartes y como la contracara en todo de lo que hizo Macri en el distrito. Hasta ahora le ha dado resultado y la polarización lo instala en segundo lugar detrás del macrismo si se le suma la módica intención de voto de los demás candidatos paraoficialistas.
Florencio Randazzo, el ministro de Interior y Transporte, sostiene su aspiración a competir en las PASO con un discurso ultrakirchnerista: según dijo, a él le cuesta mucho diferenciar a Macri de Sergio Massa y del propio Daniel Scioli. El dardo envenenado, es evidente, está dirigido al gobernador bonaerense, quien lo duplica en intención de voto según todas las encuestas conocidas hasta hoy.
Esmerilando a los candidatos opositores –como se ve, el propio Scioli sigue figurando en ese sitio para el cristinismo puro-, desde la Casa Rosada se ilusionan incluso con un triunfo en las presidenciales. ¿Con qué candidato? Probablemente un Scioli, pero “descafeinado” luego de pasar por el desgaste de unas PASO luego de las cuales sólo quede una máscara, aunque de amianto. ¿Tiene posibilidades de ganar si termina siendo un candidato K, casi sin matices? Todo depende del estado de ánimo de la sociedad en octubre, en buena medida condicionado por la situación económica.
En el marco de la estrategia general, Cristina Kirchner incluso ha fantaseado con candidatear a Axel Kicillof, su ministro de Economía y abanderado de la guerra contra los “fondos buitre”. Se trata de morir con las botas puestas. O “de perder ganando”, como prefiere apuntar un secretario de Estado con trato directo con la Presidenta.
El kirchnerismo de paladar negro cree que en noviembre estarán dadas las condiciones para un triunfo en una segunda vuelta a la que llegarían el Scioli “decaf” y Macri (A Massa ni lo mencionan). La otra opción, la de una derrota en segunda vuelta con el macrismo, imaginan un solo mandato del actual jefe de Gobierno porteño que los regrese al poder en cuatro años, vía clamor popular.
Estas elucubraciones pueden parecer, a muchos, producto de un estado febril generalizado dentro del oficialismo. Un virus habría atacado a las huestes de Cristina y hoy les está negado poder ver la realidad: casi dos tercios de la sociedad ni piensan en la continuidad del “modelo” más allá del 10 de diciembre, señalan los sondeos.
Sin embargo, que más del 30 por ciento de los consultados apoye las políticas del kirchnerismo a doce años de haberse instalado en el poder es un dato que insufla ánimos a la Presidenta y a su entorno, tanto que muchos precandidatos a distintos cargos electivos reconocen hoy el frío que impera en tierras opositoras. “Prescindir de ese porcentaje de apoyos es mesiánico”, advierte un consultor que mide números, pero que duda sobre el verdadero estado de ánimo social.
Para Macri, que Cristina lo haya elegido hace tiempo como su contrincante ha tenido mucho que ver con su ascenso al primer lugar de los contendientes. También influyó su paciente armado en el interior, que dio sus frutos con el robo a Massa del senador santafesino Carlos Reutemann, lo que constituyó un hito en la precampaña al que sucedió otro, la publicitada convención radical que le dio su apoyo a Sanz para que avanzara en una alianza con el PRO y la CC.
Macri se encuentra en un lugar difícil. Como dijera un ex arquero velezano, el líder del PRO aún “no ha ganado nada”. Y, por el contrario, puede perderlo todo si comete un error en su carrera hacia la Casa Rosada. La interna en la Ciudad de cara a las PASO del 26 de abril, que enfrenta a su jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, con la senadora nacional Gabriela Michetti, ha tensado tanto la cuerda interna del macrismo que puede afectar la performance futura del ingeniero. El peligro, para Macri, es que la interna se convierta en una externa, y que una oleada de “ajenos”, independientes o peronistas, decidan acudir a las urnas ese día para respaldar a Michetti, que mide mejor entre aquellos que dicen que no votarían a Macri.
Las elecciones de este año, en suma, pueden deparar sorpresas. Los militantes neosetentistas y los hijos de la política líquida van a dar que hablar en los próximos meses.
- Director de gacetamercantil.com
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