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Sputnik V, el precio justo

(Por Instituto ARGs) El capitalismo hace de todo una mercancía. El Covid no es la excepción, menos aún su vacuna. Mucho se opina mediáticamente a favor y en contra de las diferentes opciones, pero poco se informa sobre la conveniencia de cada una, ni de lo económico que resultaría inmunizar a toda la población. Es necesario construir un razonamiento político propio para quien pretende resolver las necesidades del pueblo argentino.

El sistema subordina las decisiones políticas a la ecuación de costo-beneficio. En ese sentido, la vacuna más conveniente sería aquella que inmunice a la mayor cantidad de personas al menor costo posible. La vacuna china -Sinopharm- tiene una efectividad del 79%, es decir, de cada cien vacunados, setenta y nueve logran inmunidad. Mientras que su precio es de USD 20 por cada dosis. Entonces, si quisiéramos obtener un índice de rendimiento de dicha vacuna, deberíamos dividir el costo sobre el beneficio (contemplando las 2 dosis)  USD 20 x 2 / 79% efectividad = 50. Por lo tanto, de lo anterior deducimos que por cada 50 dólares logramos inmunizar a una persona.

Repitamos el mismo razonamiento para el caso de la vacuna rusa -Sputnik V, Gamaleya-. Considerando su efectividad del 92% y su precio de USD 6,5 por dosis, el índice de rendimiento resulta USD 6,5 x 2 / 92% efectividad = 14. Con lo cual, la rusa nos permite inmunizar a una persona por cada 14 dólares.

Veamos qué ocurre en el caso de la norteamericana-alemana -Pfizer-. Teniendo en cuenta su efectividad y precio (95% – USD 20), su índice de rendimiento es USD 20 x 2 / 95% = 42, es decir, un inmunizado por cada 42 dólares.

Por último, la vacuna norteamericana -Moderna- cuenta con una efectividad del 94% siendo USD 31 su precio por dosis, lo que determina  USD 31 x 2 / 94% efectividad = 66. Así, se necesitan 66 dólares por inmunizado.

Por lo tanto, podemos concluir que la vacuna rusa rinde 4 veces más que la china y la estadounidense, y 3 veces más que la norteamericana-alemana Pfizer. La discusión instalada por una u otra opción, como parte de un mundo bipolar-bipartidario, no es más que una constante operación de mercaderes sin un mínimo fundamento científico. Atendiendo la necesidad de inmunizar a toda la población, la vacuna de Gamaleya sigue siendo la más conveniente.

Si consideramos que, en todos los casos, por cada habitante se necesitan 2 dosis, deducimos que con solo USD 600 millones podríamos inmunizar a toda la población argentina (USD 14 x 45 millones de habitantes).

Dato importante teniendo en cuenta que este monto equivale a lo que el Banco Central paga mensualmente por intereses de Leliq, con una tasa de interés del 38% para fondos especulativos. Por otro lado, el súper ahorro que logró el ministro Martín Guzmán en la negociación de la deuda externa es de U$ 35.000 millones, por tanto, con solo el 1,7% de lo ahorrado alcanzaría para la inmunización total nacional.

Asimismo, apenas asumida su gestión el gobernador bonaerense Axel Kiciloff pagó, solo a Fidelity, unos USD 250 millones de deuda provincial, con lo que el fondo buitre compró deuda nacional al 40% del valor nominal, aumentando sus acreencias contra el país a USD 625 millones en menos de 24hs. Y así podríamos seguir con más ejemplos de timba financiera en contra del Pueblo y la Patria. Lo que falta no es dinero sino voluntad política.

Los negociadores de Pfizer condicionaban a la Argentina a no reclamar nada en caso de reacciones adversas de su vacuna, pero sí pedían garantías comprometiendo parte del territorio nacional y nuestros recursos naturales.

Si bien es un acierto ponderar la vacuna rusa de Gamaleya, quedó demostrado que el problema no es de divisas, sino de soberanía política. La destrucción de nuestro sistema sanitario y la lenta actividad de los laboratorios estatales en I+D (Investigación más desarrollo), nos vuelven dependientes de las alternativas extranjeras. En el contexto extraordinario de pandemia, en la que urge resolver y garantizar la salud y el trabajo de la población, se hace aún más necesario reactivar la producción nacional.

El Instituto Malbrán, cuya planta ubicada en Pergamino produce vacunas para la FHA (Fiebre Hemorrágica Argentina), debe reactivarse al máximo. Nuestros excelentes científicos del CONICET y los 42 laboratorios nacionales están esperando ser convocados por el Estado para fabricar y proveer al país de las dosis necesarias, sin limitaciones y condiciones externas, además de poder asistir a la nación hermana que lo requiera.

Las profundas carencias que sufre nuestro Pueblo requieren una solución total y rápida. Si la misma es parcial y lenta, no llega siquiera a ser solución. Solo el Modelo Argentino de Desarrollo -Estado Empresario + PyMes asociadas- podrá garantizar la salud como derecho humano inalienable.


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