Las nuevas revelaciones que emergen en el corazón de la política argentina amenazan con reescribir uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente del país: la Causa Cuadernos. En el centro de este terremoto político se encuentra Jorge Taiana, actual candidato de Fuerza Patria y figura central del kirchnerismo, quien ahora es vinculado directamente con el masivo esquema de corrupción que sacudió a la Argentina. A diferencia de las acusaciones pasadas, que se basaban en anotaciones y testimonios, la evidencia actual es visual, contundente e irrefutable: existen videos que documentan la trama de sobornos y la diplomacia paralela que floreció bajo su supervisión.

La noticia que sacude la agenda pública es la aparición de una serie de videos inéditos, filmados por el propio Oscar Centeno —el chofer de Roberto Baratta— que documentan con precisión cinematográfica el circuito de recolección y distribución de coimas durante la gestión de Jorge Taiana como canciller (2005-2010). Esta revelación, fruto de una investigación de Newstad del periodista Pedro Paulin bajo el hashtag #SiHayFotoHayVideo, no solo confirma las anotaciones de los célebres cuadernos, sino que las eleva a una nueva categoría probatoria. Las imágenes prueban la existencia de una «embajada paralela» con la Venezuela de Hugo Chávez, un mecanismo clave para el desvío de fondos públicos que, por la naturaleza de su cargo y la magnitud de la operación, Taiana no podía desconocer.

Para comprender la magnitud de la implicación de Taiana en este escándalo, es crucial analizar el mecanismo central que lo hizo posible: la diplomacia paralela con Venezuela, una estructura informal de poder que operó a la sombra de los canales oficiales.
La «Embajada Paralela»: Anatomía de un mecanismo de corrupción

Toda gran trama de corrupción estatal requiere de una arquitectura paralela para operar en las sombras. En la Argentina kirchnerista, esa arquitectura tuvo un nombre: la «embajada paralela» con Venezuela, un sofisticado mecanismo diseñado para convertir la diplomacia en un vehículo de saqueo. Este esquema no solo erosionó las instituciones del Estado, sino que facilitó una red de corrupción kirchnerista cuyos detalles, gracias a la nueva evidencia, salen a la luz con una claridad abrumadora.

El ex vicecanciller y diplomático de carrera, Leopoldo Sahores, con casi treinta años de experiencia en el servicio exterior, argumenta que era «imposible» que Jorge Taiana desconociera esta operación. En una entrevista, Sahores es categórico: «Un canciller no puede ignorar, sobre todo cuando ha estado tanto tiempo…». Añade que un ministro de Relaciones Exteriores «tiene que tener absoluto conocimiento, es su función», ya que cuenta con una estructura ministerial —desde direcciones políticas hasta subsecretarías— cuya función es proveerle información detallada. La operación consistía en un esquema dual: mientras el embajador formal, el fallecido diplomático Eduardo Sadous, quedaba relegado a una «figura decorativa» para actos protocolares, los verdaderos negocios eran manejados por figuras del poder kirchnerista como Claudio Uberti y el entonces todopoderoso ministro de Planificación, Julio de Vido. Ellos gestionaban los «negocios poco transparentes» a través de un fideicomiso bilateral, un canal financiero que corría por «cuerda separada» de la Cancillería.

El impacto de esta relación carnal fue devastador tanto política como económicamente. Empresas argentinas como IMPSA y Sancor quedaron con deudas millonarias impagas por parte del Estado venezolano, producto de negocios gestionados en este marco de opacidad. Esta alianza se blindó ideológicamente bajo el paraguas de la «patria grande», materializada en foros como UNASUR y la CELAC, que sirvieron no solo como plataformas de integración regional, sino como escudos políticos para legitimar regímenes autoritarios y dar cobertura a sus negocios. En este contexto, Jorge Taiana trabajaba codo a codo con quien era entonces su par venezolano, Nicolás Maduro, consolidando una relación que iba mucho más allá del mero intercambio diplomático.

Lo que durante años fueron sospechas y denuncias aisladas, hoy se ve confirmado por pruebas visuales contundentes que documentan la actividad ilícita que esta estructura paralela protegía.
#SiHayFotoHayVideo: La corrupción documentada por Centeno

La aparición de evidencia visual en casos de corrupción de alto perfil tiene un impacto transformador. Pasa de la palabra escrita, susceptible de ser cuestionada, a la imagen irrefutable. El material filmado por Oscar Centeno representa precisamente ese salto cualitativo. Durante años, la defensa del kirchnerismo se basó en descalificar la Causa Cuadernos como un montaje de «fotocopias truchas«. Esa narrativa se desmorona por completo con las nuevas revelaciones, que demuestran que «se acabó el relato kirchnerista, había foto y había video».
Los videos, filmados por Centeno en 2010, ofrecen una ventana sin precedentes al modus operandi de la corrupción kirchnerista. Las escenas, narradas por el propio chofer, son explícitas:
- En la Quinta de Olivos: Se documenta la entrada y salida de funcionarios para buscar bolsos con dinero. Una filmación muestra a Julio de Vido en la residencia presidencial el 8 de abril de 2010, mientras la voz en off de Centeno relata que el “licenciado Barata vino a recibir órdenes instrucciones del Doctor Kirchner”.
- En el café Croque Madame: Ubicado en la esquina de Libertador y Tagle, este era uno de los puntos de encuentro para contar las coimas. En una sola jornada, Centeno registra el conteo de aproximadamente 1.3 millones de dólares.
- En los departamentos de la cúpula: Los videos siguen a Baratta a locaciones clave como su propio departamento en Quintana 529 y el de Cristina Kirchner en Juncal 1411. La narración de Centeno es precisa: «acaba de bajar y entrar a este edificio Quintana 529 donde mantendrá una reunión…».
Todo este circuito de corrupción, financiado en gran parte por los negocios opacos con Venezuela, operaba a través de los mismos canales comerciales y diplomáticos que el ministerio de Jorge Taiana tenía el deber de supervisar y regular. Su inacción, o su anuencia, fue la condición necesaria para que el esquema prosperara.
La existencia de esta evidencia explosiva durante más de una década plantea una pregunta inevitable: ¿por qué ahora? La respuesta revela una trama secundaria no de justicia, sino de traiciones y operaciones cruzadas, demostrando cómo los secretos del poder kirchnerista terminaron siendo una mercancía más en el mercado del espionaje doméstico.
La trama Bindi-Pagano: El origen de la filtración

Las conspiraciones más elaboradas a menudo se desmoronan por el más simple de los errores humanos. La prueba visual que hoy acorrala a Jorge Taiana no emergió de una operación de contrainteligencia, sino de la ambición y el descuido de un operador político en los márgenes del poder.
Según el testimonio de la abogada Giselle Robles, ex pareja y socia del abogado Franco Bindi, el origen de la filtración se encuentra en la ambición de Bindi y su actual pareja, la diputada Marcela Pagano. Robles acusa directamente a Bindi de «comprar material de inteligencia para negociar con la política». En una entrevista exclusiva, afirmó: «La ambición de Bindi siempre fue ser parte de los servicios de inteligencia. Por ende, siempre investió gente, siguió gente, se ocupó de comprar información». Según su relato, Franco Bindi adquirió un DVD con los videos de Centeno entre agosto y septiembre de 2023. Lo vio en una computadora vieja que Robles le había prestado y, por un descuido, el disco quedó olvidado dentro del dispositivo. Meses después, esa computadora y su valioso contenido estaban en manos de Robles.
Giselle Robles refuta la idea de que Bindi sea un «lobo solitario». Por el contrario, lo describe como un hábil tejedor de redes que interactúa a través de terceros y mantiene vínculos con figuras políticas en provincias como Santiago del Estero (Gerardo Zamora) y Chubut (Ignacio Torres y Mariano Arcioni). Sus conexiones, sin embargo, no se limitan a la política local. Robles detalla los vínculos internacionales de la dupla Bindi-Pagano. La coincidencia entre los intereses geopolíticos de Bindi y los grupos parlamentarios de amistad que Pagano integra en el Congreso con un eje de naciones adversas a Occidente —Rusia, Venezuela, Irán, Turquía y Azerbaiyán— sugiere que sus operaciones van más allá de la política doméstica, insertándose en una red de influencias internacionales. Un episodio revelador es un viaje de la pareja a París, donde se alojaron en un hotel de cinco estrellas a solo 120 metros de la embajada de Venezuela.
Este ecosistema de operadores y secretos de Estado es el escenario natural para una figura como Jorge Taiana, cuyo largo historial político, desde la militancia armada hasta las más altas esferas del poder, demuestra una habilidad excepcional para navegar las zonas grises de la política argentina.
Perfil de Jorge Taiana: Del «Canciller» de Montoneros al nexo con Maduro

Para comprender plenamente el escándalo actual, es necesario contextualizar la figura de Jorge Taiana. Su carrera política, lejos de ser un camino lineal, ha estado marcada por la controversia desde sus inicios en la militancia armada hasta su rol central en la diplomacia kirchnerista y las múltiples acusaciones judiciales que pesan sobre él. Su trayectoria parece ser un reflejo de una cultura política que ha normalizado la opacidad y la impunidad.

El historial de Taiana es extenso y polémico. Durante la década de 1970, militó en la organización Montoneros, donde, paradójicamente, su nombre de guerra era «Canciller». En junio de 1975, fue detenido por tenencia de armas y explosivos en el marco de la investigación por el atentado al bar «El Ibérico», un ataque atribuido a Montoneros que dejó dos muertos. Tras su liberación, construyó una carrera diplomática que lo llevó a ser embajador durante el gobierno de Carlos Menem y, finalmente, a ministro de Relaciones Exteriores bajo Néstor Kirchner. Sin embargo, su paso por la función pública ha estado plagado de denuncias. Como afirmó el periodista Eduardo Feinmann, «solo para Jorge Taiana hay seis páginas de antecedentes y prontuario», donde se enumeran cargos por abuso de autoridad, malversación de caudales públicos y encubrimiento, entre otros.

Su vínculo con el chavismo es quizás el aspecto más definitorio de su gestión. Trabajó en estrecha colaboración con Nicolás Maduro, entonces canciller de Hugo Chávez, en la construcción de una alianza estratégica que, como se ha demostrado, excedía lo meramente diplomático. Aún hoy, Taiana se refiere al régimen venezolano como una «democracia con fallas», evitando la condena directa a una dictadura reconocida como tal por la mayoría de los organismos internacionales. Esta relación adquiere una nueva dimensión a la luz de las declaraciones de Hugo «El Pollo» Carvajal, exjefe de inteligencia venezolano, ante la justicia de Estados Unidos. Carvajal identificó a Taiana como el canciller argentino durante el período en que el chavismo financiaba ilegalmente a movimientos de izquierda en la región, moviendo fondos de PDVSA a través de canales diplomáticos.

La confluencia de la evidencia visual irrefutable de la Causa Cuadernos, el funcionamiento de una «embajada paralela» bajo su ministerio, el sórdido mundo de operadores que manejaban estos secretos y su propio historial judicial, consolidan un perfil que hoy resulta insostenible. Jorge Taiana emerge como la figura que garantizó, por acción u omisión, la cobertura diplomática necesaria para uno de los esquemas de saqueo más grandes de la historia argentina. Las nuevas pruebas no solo lo acorralan judicialmente, sino que pulverizan el relato de todo un espacio político que ha buscado minimizar la escala de la corrupción kirchnerista.

Como concluye un artículo de opinión sobre su perfil, «Taiana es, en ese sentido, un símbolo de lo que debemos superar. El futuro no puede construirse con quienes siguen anclados en los errores del pasado.»

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